la zona de confort

No hay ningún problema con la zona de confort, con ese estar a gusto y calentito con lo familiar y conocido, siempre y cuando esto no signifique que perderás los estribos o te asaltara un miedo tal que se convierta en pánico, cuando la vida te imponga desafíos que te obliguen a renunciar a algunas de esas cosas que te son familiares y queridas. La vida nunca se equivoca y todo lo que sucede en ella, toda circunstancia o situación, conlleva una lección que necesitas aprender para crecer en consciencia y así poder sanar la mente.

Sí, así es, he dicho sanar la mente. Porque la mente está enferma. Esto queda claro cuando miramos al mundo atentamente. Si no nos posicionamos, es decir, si somos objetivos y neutrales en esa observación, esto nos resultará evidente. Cuando nos aquietamos por un instante y nos detenemos a simplemente observar la incesante procesión de pensamientos que atraviesan nuestro espectro mental, queda muy claro que la mente está enferma. Y hablo de «la mente» y no de tu mente o mi mente porque creo que todos compartimos una única mente.

Esto mismo pienso del ego, ese sistema de pensamiento que domina la mente desatendida, es decir, cuando ésta va en piloto automático, con poca o ninguna atención de la consciencia. Cúando no hay nadie en casa, un observador consciente, el ego se campea a sus anchas. Tu infierno mental es mi infierno mental, porque el ego es uno y el mismo en todos nosotros, al todos compartir la misma mente.

La clave pues, una vez que se ha podido ver lo peligrosa que es una mente a la deriva, es la observación, o mejor dicho, la auto-observación, que no es otra cosa que presencia consciente aquí y ahora. El sistema de pensamiento egoico se caracteriza por vivir fuera del momento presente, constanteme proyectado hacia el pasado o hacia el futuro. Su existencia está enteramente basada en la idea del tiempo, lo que convierte a ésta en la idea más demente jamás concedida después de la idea de «ego» misma. Por lo tanto, es aquí y ahora, donde podemos recuperar el control sobre ese caballo desvocado que es la mente (tu mente, mi mente) y reinstaurar o recuperar el sistema de pensamiento del recto pensar o mentalidad recta.

Si el ego es demencia, al estar ausente la luz de la razón en su incesante discurrir mental, la mentalidad recta, el recto pensar, es claridad y entendimiento, donde no tiene cabida la lógica del ego y simplemente se descarta como absurda.

La identidad o «entidad idiota» como me gusta llamar a esa identificación con el ego, se sustententa en un cúmulo de creencias forjadas por cada individuo con base en las experiencias vividas y muchas veces la persona no es para nada consciente de que alberga en su mente dichas creencias. Nótese aquí como la idea de tiempo sustenta y está en la base de esa forma de pensar. En última instancia, todas esas creencias provienen de las oscuras y turbulentas aguas del inconsciente colectivo de la raza humana y es allí donde deberán ser sanadas.

Todo ese sistema de pensamiento egoico está sustentado o basado en creencias fuertemente arraigadas que muchas veces los individuos no estamos dispuestos a soltar. Algunas de esas creencias, definen tanto nuestra identidad que, podemos llegar al extremo de atacar a quien intente despojarnos de ellas.

Un buen modo de empezar a deshacer ese sistema de creencias es sabiendo e integrando que toda creencia es falsa por el simple hecho de ser una creencia. Toda vez que te veas defendiendo una creencia, entiende que sólo estás negando la verdad, ya que, si dicha creencia fuese cierta, no necesitaría para nada ser defendida. Esto aplica a todo lo expuesto aquí, así que, por favor no creas nada de lo dicho y busca dentro de ti (la única mente que hay), porque todas las respuestas ya han sido dadas y están ahí esperándote. Ya sabes: «el llamado es para todos, pero solo unos pocos eligen escuchar». De corazón espero que, sin importar quien creas ser en este momento, tú seas uno de ellos.

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