¿Quién no tiene es su día a día, ciertos hábitos o rutinas? Algunas veces tan arraigados que, ni siquiera llegamos a darnos cuenta del todo que están ahí.

1 – Normalmente están asociadas a alguna creencia, ya sea consciente o no, que como la rutina misma apunta a un supuesto estar bien o estar mejor. Aunque también pueden apuntar a todo lo contrario, en cuyo caso son más bien autodestructivas, como podrían serlo el fumar o el beber en exceso. Pese a saber que va en contra de un estar saludable, el individuo muchas veces persiste en esa conducta nociva hasta enfermar. Yo, por ejemplo, tengo propensión a rutinas que creo me ayudan a estar más pleno y vigoroso, como lo son el caminar una hora todas las mañanas y tener una dieta a base de frutas y verduras en la que, además, intento evitar las harinas todo cuanto me sea posible. Porque sé que “creo” (creer = crear) que las harinas hacen mal. También, busco el tiempo y los espacios para estar al aire libre y en conexión con la naturaleza que me rodea. Todas esas son creencias conscientes que juegan a mi favor. Por ejemplo: comparativamente hablando, deben ser pocos los seres humanos que no se cepillan los dientes al levantarse por las mañanas y la gran mayoría los que sí lo hacen. Es porque está estudiado que este habito o rutina ayuda a conservar una dentadura sana y sí un estudio lo dice…es una verdad que nadie se atreve a discutir. Al menos lo es, por el tiempo que tarda en llegar otro estudio, tan serio como el primero, que dice todo lo contrario.

2Pero detrás de las creencias conscientes, están las inconscientes, y a éstas es a las que llamo, dioses por derecho propio. Algunas veces puede ser que jueguen a nuestro favor, pero mayormente no lo hacen. Una creencia bastante generalizada es la de que, a la humanidad y también al mundo (ya que normalmente creemos que éste empieza y termina con nosotros), aguarda un futuro incierto, más bien negro y desconsolador.

Está muy arraigada creencia, es la que hace tan popular la distopía (futuros imaginados donde todo está mal) ya que, una vez que se ha instaurado, el siguiente paso es convocar testigos para que la confirmen y avalen. Todas las creencias que albergamos buscan ese: “has visto como tenía razón”.

Una de las creencias más extendidas y generalmente aceptadas es la de la muerte. Se basa en otra creencia, también muy extendida y aceptada sin cuestionamientos, por la mayoría de humanos que caminan sobre la faz de este mundo, de que somos el cuerpo. Y los cuerpos en efecto, llega un momento, en el que dejan de estar animados. Ya no está ahí aquello que les daba vida. Todas estas creencias son avaladas por lo que nos muestra la percepción y la percepción está justamente diseñada para dar testimonio de esas creencias, pues solo vemos lo que creeemos posible Pero si hay algo que he aprendido en mis años de vida es que la percepción esta siempre equivocada. Justamente porque responde a nuestras creencias y no a la verdad.

3Hay un momento en la vida de cada uno de nosotros en que nos cansamos de esta insana afición. La de interpretarlo todo basados en el cúmulo de creencias que albergamos en nuestra mente.

Y es ahí cuando lanzamos ese genuino y esperanzador pedido al universo. Es ahí cuando nos preguntamos: ¿Y si no estoy viendo las cosas como en realidad son? ¿Acaso no es posible ver esto de otra manera? Esto es recibido, allá arriba, en las altas esferas del éter, como un genuino anhelo del corazón y el milagro comienza a manifestarse por todas partes a nuestro alrededor. Nuestra consciencia se expande, la mente comienza a abrirse a nuevas posibilidades. Ya sabes, como aquel maestro un día, cuando andando por ahí y le llegó la inspiración dijo: “pide, y se te dará”. Pero es necesario estar dispuesto a renunciar a nuestras opiniones, enmarcadas dentro del estrecho punto de vista desde el que miramos el mundo.

En cuanto a pedir, yo lo hago todo el tiempo. No pido salud, porque eso implica una reacción, una creencia complementaria y opuesta, llamada enfermedad. Pido plenitud, entendida como el genuino deseo de gozar de la compleción con la que todo en un principio habría sido creado.

4 – Por supuesto que no solo se trata de pedir, también hay que agradecer, pues al final, ya todo estaría dado. Agradece hasta que te conviertas en el agradecimiento mismo. Esa es sin duda la frecuencia vibracional más elevada. ¿No es acaso eso a lo que en última instancia llamamos amor? Un genuino y perpetuo estado de agradecimiento. Si el amor solo sabe amar, que es lo mismo que decir, solo sabe dar, de seguro dispone para todos perfecta felicidad, la cual solo es posible alcanzar estando en paz. La perfecta paz que trae consigo el vivir agradecido expulsa el miedo de nuestras vidas. Sin miedo es imposible imaginar futuros distopicos ¿Por qué no comenzar a imaginar a partir de ahora un futuro esperanzador? Hagamos el ejercicio de imaginar futuros que tal vez todavía nos parecen utópicos hoy, viendo el estado actual del mundo, pero que no obstante han de ser posibles por el simple hecho de que podemos imaginarlos.

Compartir
Facebook
0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x