No es posible comenzar a escribir con ritmo sostenido si no hemos hecho previamente un cierto “trabajo de laboratorio” que nos sirva de guía y referencia a la hora de comenzar el desarrollo de la trama. Como escritor novel que soy, me he informado con los que ya llevan algún tiempo en esto de ser escritor y sus consejos, que me resultaron muy útiles a la hora de emprender este camino, es lo que hoy vengo a compartirles aquí.
La Idea – El famoso bloqueo de autor muchas veces aparece porque no se ha hecho el laboreo previo del que hablaba al principio. El punto más importante al comenzar a estructurar la novela es tener clara “la idea”, es decir, de que trata o cual es el mensaje que quiere trasmitir. No tiene sentido comenzar a escribir sin tener claro de que quiero escribir o que es lo que quiero contar. Esto que parece tan obvio, es fundamental, y de ello depende el éxito o fracaso de la novela. Sentarse frente a la hoja de papel en blanco sin una idea clara sobre lo que queremos decir o no estando claro sobre de que va la historia, es como marchar al frente de guerra completamente desarmado.
Ejemplo de idea: Novela de ciencia ficción futurista que plantea un futuro utópico donde la humanidad ha alcanzado un elevado estado de conciencia y se expande a nuevos mundos ayudando a otras especies a evolucionar (sé que los futuros distópicos tienen más gancho, pero que le voy a hacer, soy optimista por naturaleza).
La construcción del mundo (el worldbuilding o la ambientación) – No menos importante que la propia idea, es la ambientación, es decir, en que coordenadas espacio- temporales se desarrolla la historia. También importa definir perfectamente que tipo de mundo es, porque no es lo mismo ubicarnos en uno completamente imaginado, donde el escritor es amo y señor y tiene el poder de un dios, que ambientarla en el mundo real, ya sea en una época pasada o contemporánea, donde se necesita ser lo más fiel posible con las circunstancias de ese tiempo y lugar lo cual exigirá que primero nos documentemos apropiadamente. La ambientación que elijamos estará íntimamente relacionada con lo que nos gusta y el camino que queremos recorrer como escritor, así que es algo que seguramente disfrutarás muchísimo, como yo mismo lo hago y requerirá que te tomes el tiempo necesario para lograr una ambientación sólida y sin huecos. La verdad es que, en mi experiencia personal, el mundo no lo terminas de construir hasta mucho después de que escribes la palabra “fin” en la última hoja.
Los personajes – Los personajes poblarán el mundo que hemos creado y encarnarán, para bien o para mal, la idea que la historia intenta trasmitir. Si hemos hecho bien el trabajo de elaborarlos apropiadamente, serán personajes tridimensionales, creíbles, con sus procesos de evolución o involución y sufrirán en carne propia las aventuras o desventuras a las que la trama los lleve. En la vida todos nosotros somos moldeados y transformados por los acontecimientos que no toca vivir y esto es algo a tener muy en cuenta a la hora de describir ese viaje interno de un personaje, con más razón si se trata del protagonista o los protagonistas principales. La fortaleza o la debilidad de un personaje vendrá dada por nuestra capacidad para darle coherencia a ese viaje interno. Deja que el sentido común te guíe en esto.
La estructura – Sin conflicto no hay historia. Hazte un bosquejo desde el momento en que aparece el conflicto y las circunstancias o hechos que condujeron a él hasta el desenlace final. Esto te servirá de mapa de referencia a la hora de recuperar la idea y el camino que la historia debe recorrer desde un comienzo, pasando por el nudo (donde el conflicto alcanza su momento más álgido) y hasta el desenlace (que es donde se resuelve el conflicto). Asegúrate de que las sub-tramas encajan y de que el momento de su aparición es el más adecuado. Una historia mal contada, con sub-tramas que aparecen en momentos inoportunos, puede confundir al lector y hacer que pierda el hilo de la historia.
Los arcos argumentales – Muy relacionado con el punto anterior están los arcos argumentales. Son aquellos donde desarrollamos una trama, que puede ser la trama general de la novela o una sub-trama específica. Cada uno de ellos deberá tener un comienzo, desarrollo y final para dar coherencia o cohesión a la historia. Es por esto que es muy importante que los arcos argumentales de las sub-tramas, apoyen a la trama general de la novela y se adecuen bien a las coordenadas espacio temporales de ésta. En ese sentido, otro punto a tener en cuenta al momento de elaborar un arco argumental es el ritmo. Si ya tenemos uno o varios arcos iniciados cuando estamos por cerrar uno, es más probable que podamos mantener al lector atrapado y por lo tanto interesado en saber que pasa a continuación, que cuando no tenemos otro arco argumental abierto y debemos empezar el siguiente capítulo desde cero.