En «La noche de los tiempos» (1969) acompañaremos a una expedición antártica internacional que descubre algo absolutamente inusual: un enorme objeto esférico recubierto de oro, cuya antigüedad es datada en el orden de 900.000 años. Pero hay algo aún más extraordinario: el objeto contiene los cuerpos preservados de un hombre y una mujer. Viven conservados en un estado de congelación profunda. Y serán despertados.

Barjavel nos presenta una novela donde nos enseña el apocalipsis de un pueblo ancestral que en sus años de esplendor rozó la divinidad, pero se vio hundido en la aniquilación. El presente y el pasado se entremezclan durante la historia para hacer saber al lector el poder indestructible del amor y la amenaza eterna del egoísmo humano. Un cántico a la estupidez de nuestros gobiernos y al amor de dos amantes que se ven separados por la eternidad de miles de años.

La novela se divide en dos partes bien diferenciadas y alternadas. Primero se explica la movilización mundial, científica y política tras el magnífico descubrimiento, las codicias y esperanzas que se encienden y las sospechas y rencores que renacen. Es aquí donde Barjavel deja en evidencia al hombre en su enorme ignorancia, situándolo a la altura de un roedor en comparación con los seres que aguardan ser despertados.

La otra parte del libro narra la aventura que viven en su mundo antediluviano los amantes Elea y Paikan, perseguidos por Coban, la persona más inteligente de su mundo, señor de la Universidad y la única esperanza de conservar algo de su civilización ante la inminente guerra total. Es en esta parte donde Barjavel hace énfasis en el poder del amor, empeñado en luchar contra su destino. Sin necesidad de muchas palabras, describe una historia hermosa, desesperada y romántica que fácilmente puede llegar al corazón sin ser empalagosa.

Una novela recomendable, normalmente desapercibida por el gran público, que nos ofrece unos momentos dulces e intrigantes a partes iguales. Personalmente me atrapó de principio a fin, me hizo sufrir con el devenir de los dos amantes y me dejó una sensación muy satisfactoria.